lunes, 13 de septiembre de 2010

Cómo detectar mentiras - Manual práctico

MENTIRA Y EMOCIONES
Ponerse una máscara es la mejor manera de ocultar una emoción, Si uno se cubre el rostro o parte de él con la mano o lo aparta de la persona que habla dándose media vuelta, habitualmente eso dejará traslucir que está mintiendo.
La mejor máscara es una emoción falsa, que desconcierta y actúa como camuflaje. Es terriblemente arduo mantenerse impávido o dejar las manos quietas cuando se siente una emoción intensa: no hay ninguna apariencia más difícil de lograr que la frialdad, neutralidad o falta de emotividad cuando por dentro ocurre lo contrario, Mucho más fácil es adoptar una pose, detener o contrarrestar con un conjunto de acciones contrarias a aquellas que expresan los verdaderos sentimientos.
El juego de póquer es otra de las situaciones en las que no puede recurrirse al enmascaramiento para ocultar una emoción. Si un jugador se entusiasma con la perspectiva de llevarse un pozo enorme porque ha recibido unas cartas soberbias, deberá disimular su entusiasmo si no quiere que los demás se retiren del juego en esa vuelta. Ponerse una máscara con señales de otra clase de sentimiento sería peligroso: si pretende parecer decepcionado o irritado por las cartas que le vinieron, los demás pensarán que no tiene un buen juego y que se irá al mazo, en vez de continuar la partida. Por lo tanto, tendrá que lucir su rostro más neutral, el propio de un jugador de póquer. En caso de que le hayan venido cartas malas y quiera disimular su desengaño o fastidio con un “bluff”, o sea, una fuerte apuesta engañosa tendente a asustar a los otros, podría usar una máscara: fraguando entusiasmo o alegría quizá logre esconder su desilusión y dar la impresión de que tiene buenas cartas, pero es probable que los demás jugadores caigan en la trampa y lo consideren un novato: se supone un jugador experto ha dominado el arte de no revelar ninguna emoción sobre lo que tiene en la mano.   

Para ocultar una emoción cualquiera, puede inventarse cualquier otra emoción falsa. La más habitualmente utilizada la sonrisa.

La razón por la que se recurre tan a menudo a la sonrisa como máscara es que ella forma parte de los saludos convencionales y suelen requerirla la mayoría de los intercambios sociales corteses. Aunque una persona se sienta muy mal, por lo común no debe demostrarlo para nada ni admitirlo en un intercambio de saludos; más bien se supone que disimulará su malestar y lucirá la más amable sonrisa al contestar: “Estoy muy bien, gracias, ¿y usted?”. Sus auténticos sentimientos probablemente pasarán inadvertidos, no porque la sonrisa sea una máscara tan excelente, sino porque en esa clase de intercambios corteses a la gente rara vez le importa lo que siente el otro. Todo lo que pretende es que finja ser amable y sentirse a gusto. Es rarísimo que alguien se ponga a escrutar minuciosamente lo que hay detrás de esas sonrisas: en el contexto de los saludos amables, todo el mundo está habituado a pasar por alto las mentiras. Podría aducirse que no corresponde llamar mentiras a estos actos, ya que entre las normas implícitas de tales intercambios sociales está la notificación previa de que nadie transmitirá sus verdaderos sentimientos.

Otro de los motivos por los cuales la sonrisa goza de tanta popularidad como máscara es que constituye la expresión facial de las emociones que con mayor facilidad puede producirse a voluntad. Mucho antes de cumplir un año, el niño ya sabe sonreír en forma deliberada; es una de sus más tempranas manifestaciones tendentes a complacer a los demás. A lo largo de toda la vida social, las sonrisas presentan falsamente sentimientos que no se sienten pero que es útil o necesario mostrar. Pueden cometerse errores en la forma de evidenciar estas sonrisas falsas, prodigándolas demasiado o demasiado poco. También puede haber notorios errores de oportunidad, dejándolas caer mucho antes de la palabra o frase a la que deben acompañar, o mucho después. Pero en sí mismos los movimientos que llevan a producir una sonrisa son sencillos, lo que no sucede con la expresión de todas las demás emociones.

INDICIOS DEL ENGAÑO 

Cuando se despiertan emociones, los cambios sobrevienen automáticamente, sin dar cabida a la opción o a la deliberación. Se producen en una fracción de segundo. 

Cuando una emoción va surgiendo en forma paulatina y no repentina, y si comienza en un bajo nivel (molestia en vez de furia), los cambios en la conducta son pequeños y relativamente sencillos de ocultar si uno se da cuenta de lo que está sintiendo. Pero la mayoría de las personas no se dan cuenta. Cuando una emoción empieza gradualmente y se mantiene con poca intensidad, tal vez sea más notable para los demás que para uno; y no se la hará consciente hasta que se haya vuelto fuerte. Pero cuando se ha vuelto fuerte, es mucho más difícil controlarla; ocultar los cambios que entonces se producen en el rostro, el resto del cuerpo y la voz genera una lucha interior. Aunque el ocultamiento tenga éxito y la emoción no trascienda, a veces se advertirá la lucha misma y será una pista sobre el embuste. 

EL TEMOR A SER ATRAPADO 

Un padre que se ha mostrado suspicaz y desconfiado con su hijo y no le ha creído cuando le dijo la verdad, despertará temor en un chico inocente. Esto plantea un problema decisivo en la detección del engaño: es casi imposible diferenciar el temor a que no le crean del niño inocente, del recelo a ser detectado que siente el niño culpable: las señales de uno y otro serán las mismas. 

Pero en sí mismos el sudor o la presión arterial no son signos de engaño: las palmas de las manos se humedecen y el corazón late con mayor rapidez cuando el individuo experimenta una emoción cualquiera.  

LAS MENTIRAS Y EL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO
  
Si bien las palabras están hechas para inventar, a nadie (sea mentiroso o veraz) le resulta fácil describir con ellas las emociones. Sólo un poeta es capaz de transmitir todos los matices que revela una expresión. Manifestar en palabras un sentimiento propio que no existe puede no ser más difícil que manifestar uno real: por lo común, en ninguno de estos dos casos uno será lo bastante elocuente, sutil o convincente. Lo que confiere significado a la descripción verbal de una emoción es la voz, la expresión facial, el cuerpo. Sospecho que casi todo el mundo puede simular con la voz enojo, miedo, desazón, felicidad, repulsa o sorpresa lo bastante bien como para engañar a los demás. Ocultar los cambios que sobrevienen en el sonido de la voz cuando se siente estas emociones es arduo, pero no lo es tanto inventarlos. Es probable que la voz sea la que engañe a la mayoría de la gente.

Basado en las Investigaciones de Paul Ekman

martes, 24 de agosto de 2010

Frases de Thomas Szasz

Dios
Si le hablas a dios estás rezando; si te responde tienes esquizofrenia.

Psicología
No hay psicología; sólo hay biografía y autobiografía.

Error
Dos errores no hacen un acierto, pero hacen una buena excusa.

Locura
La locura es la única reacción sana para una sociedad enferma.

Enfermedad
Clasificar los pensamientos, sentimientos y comportamientos como enfermedades es un error lógico y semántico.

Animales
Entre los animales es "comer o ser comido", entre los seres humanos, "definir o ser definido".

Sonrisa
Cuando una persona ya no puede reírse de sí mismo, es hora de que otros se rían de él.

Maestro
Un maestro debe tener la máxima autoridad y en mínimo poder.

Aburrimiento
El aburrimiento es la sensación de que todo es una pérdida de tiempo.

Valentía
Borrar pensamientos requiere valentía en lugar de inteligencia.

Amenaza
La plaga de la humanidad es el miedo y el rechazo de la diversidad: el monoteísmo, la monarquía, la monogamia. La creencia de que sólo hay una manera correcta de vivir, sólo una forma de regular el derecho religioso, político, sexual, es la causa fundamental de la mayor amenaza para el ser humano: los miembros de su propia especie, empeñados en asegurar su salvación, seguridad y cordura.

Hombre
Los hombres son premiados y castigados, no por lo que hacen, sino más bien por la manera en que sus actos los definen.

El mito de la enfermedad mental

Este libro de Thomas Szasz inició un debate mundial sobre los denominados trastornos mentales. Szasz anota que la mente no es un órgano anatómico como el corazón o el hígado; por lo tanto, no puede haber, literalmente hablando, enfermedad mental. Cuando hablamos de enfermedad mental estamos hablando en sentido figurado, como cuando alguien declara que la economía del país está enferma.
Los diagnósticos psiquiátricos son etiquetas estigmatizadoras aplicadas a personas cuyas conductas molestan o ofenden a la sociedad. Si no hay enfermedad mental, tampoco puede haber hospitalización o tratamiento para ella. Desde luego, las personas pueden cambiar de comportamiento, y si el cambio va en la dirección aprobada por la sociedad es llamado cura o recuperación.
Por consiguiente, las intervenciones psiquiátricas deben ser definidas con claridad como voluntarias o involuntarias. En las voluntarias, la persona busca la ayuda del profesional movida por sus problemas. Típicamente, el individuo es un beneficiario de la intervención del psiquiatra. En las involuntarias, la sociedad impone la intervención. Típicamente, el individuo es una víctima de la acción del psiquiatra, en tanto que la sociedad(la familia) es la beneficiaria. La psiquiatría involuntaria es incompatible con los principios de una sociedad democrática y libre, y debe ser abolida.


El mito de la enfermedad mental. Thomas Szasz

Dr Thomas Szasz, Profesor Emerito de Psicología

Conferencia del Dr. Szasz donde expone que es en realidad la psiquiatría y lo que le está haciendo a la gente.

Alguien voló sobre el nido del Cuco

La psiquiatría es una pseudociencia extremadamente peligrosa para la sociedad a la vez que perfectamente integrada en ésta.


Pseudociencia (neologismo formado a partir de la raíz griega pseudo-falso, y la palabra «ciencia»: ‘falsa ciencia’) es un término que da cuenta de un conjunto de supuestos conocimientos, metodologías, prácticas o creencias no científicas pero que reclaman dicho carácter.


Uno de los más persistentes críticos de la psiquiatría es Thomas Szasz. En The Myth of Psychotherapy - El mito de la psicoterapia, dice: «Muchos, quizá todos los procedimientos pretendidamente psicoterapéuticos son perjudiciales para los llamados pacientes.»
Él cree que la «enfermedad mental» es un concepto mítico, que las personas designadas como psicóticas no están clínicamente enfermas porque no se han descubierto disfunciones cerebrales. Cree que estas personas son «desviados o ineptos sociales, o en conflicto con otras personas, grupos o instituciones».
"Ninguna conducta, ni mala conducta es una enfermedad, ni puede ser una enfermedad, eso no es lo que son las enfermedades, las enfermedades son disfunciones del cuerpo humano. Etiquetar a un niño como enfermo mental es estigmatización no diagnosis, darle a un niño drogas psiquiátricas es envenenamiento y no tratamiento…"
Thomas Szasz (nacido el 15 de abril de 1920 en Budapest, Hungría) es profesor emérito de psiquiatría en la Universidad de Siracusa en Nueva York. Szasz es un crítico de los fundamentos morales y científicos de la psiquiatría y uno de los referentes de la antipsiquiatría.
Es conocido por sus libros El mito de la enfermedad mental y La fabricación de la locura: un estudio comparativo de la inquisición con el movimiento de salud mental, en los que planteó sus principales argumentos con los que se le asocia.
Su postura sobre el tratamiento involuntario es consecuencia de sus raíces conceptuales en el liberalismo clásico y el principio de que cada persona tiene jurisdicción sobre su propio cuerpo y su mente.
Szasz considera que la práctica de la medicina y el uso de medicamentos debe ser privado y con consentimiento propio, fuera de la jurisdicción del Estado, a su vez cuestiona los regímenes autoritarios y los Estados policiales.
(+) http://adolfovrocca.bligoo.com